Salud y Medicina (Health and Medicine ES)
El uso de probióticos intestinales, ¿cómo de beneficiosos son?

El uso de probióticos intestinales, ¿cómo de beneficiosos son?

Resumen:

  • Los probióticos son microorganismos vivos consumibles y a menudo se ofrecen como tratamiento para trastornos gastrointestinales.
  • El uso de probióticos ha demostrado ser beneficioso en un número selectivo de casos, pero requiere un tratamiento totalmente individualizado.
  • Los estudios a largo plazo sobre los efectos de los probióticos son limitados y se necesita más investigación para determinar su eficacia y seguridad generales durante periodos prolongados.

La dieta occidental, caracterizada por un elevado consumo de alimentos procesados -con alto contenido en azúcares, sal y grasas- y escaso consumo de verduras y frutas frescas y fibrosas, se ha asociado a numerosos problemas gastrointestinales [1]. Muchos de estos problemas van acompañados de síntomas como hinchazón, estreñimiento o diarrea. Por desgracia, en muchos casos, estos síntomas no siempre pueden atribuirse a una enfermedad específica (como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII)), sino que se clasifican como síndrome del intestino irritable (SII). Sin tratamiento ni cura para el SII, una de las pocas cosas que los médicos pueden recomendar a estas personas es encontrar una solución en su dieta, ya sea cambiándola o añadiendo suplementos, como los probióticos. Hoy en día es fácil encontrar productos «probióticos», ya sea en la leche, el yogur, los cereales o incluso añadidos a tu chocolatina favorita. La popularidad de los probióticos ha crecido exponencialmente en los últimos años, pero ¿qué sabemos realmente sobre sus beneficios para la salud? Este artículo pretende resumir los conocimientos actuales sobre los probióticos intestinales y ofrecer más información sobre cómo y cuándo utilizarlos.

El intestino humano contiene más bacterias que células tiene el cuerpo humano [2]. En un mundo ideal, estos billones de microorganismos viven en armonía en nuestro tracto intestinal y nos proporcionan una gran variedad de beneficios para la salud. Tener más bacterias «buenas» en el intestino puede inhibir el crecimiento de microorganismos «malos» mejorando el tiempo de tránsito de los alimentos o reduciendo el pH intestinal [3]. Por desgracia, la armonía de nuestro microbioma intestinal dista mucho de ser perfecta en muchos casos. Estudios recientes han aclarado que muchos trastornos gastrointestinales se caracterizan por una disbiosis de la microbiota intestinal. Esto significa que la composición y la actividad de determinadas especies de bacterias anulan a otras especies, quizá más beneficiosas.

Ahora se sabe que la composición de la microbiota puede cambiar con las alteraciones de la dieta. Las bacterias intestinales ajustan su metabolismo en función del aporte de nutrientes. Por un lado, se ha demostrado que el exceso de azúcar, grasa y carnes rojas es perjudicial para nuestro microbioma intestinal. Las investigaciones sobre este tipo de dieta afirman que las bacterias productoras de toxinas se vuelven más abundantes [4, 5], asociando estas dietas con la inflamación crónica [6, 7]. Por otro lado, un mayor consumo de fibra se asocia a efectos positivos sobre la función intestinal [8, 9]. Estas fibras sirven de alimento a los propios microorganismos del intestino y se utilizan para formar sustancias beneficiosas [10]. Por ejemplo, las frutas y verduras frescas contienen fibras alimentarias, como la inulina y la pectina. Estas fibras no se pueden absorber en el intestino delgado, sino que llegan intactas al intestino grueso (hogar de la mayoría de las bacterias intestinales), donde alimentan el microbioma. Nuestras bacterias intestinales pueden convertir estas fibras, por ejemplo, en ácidos grasos de cadena corta, un metabolito bioactivo que ha demostrado tener efectos antiinflamatorios, antitumorigénicos y antimicrobianos [11]. Estas fibras se definen como prebióticos y difieren de los probióticos. Para resumir esta diferencia: los prebióticos son alimentos para nuestro microbioma ya habitante, mientras que los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped [12]. Estos microorganismos se encuentran de forma natural en los alimentos fermentados, como el yogur, donde fermentan la lactosa en ácido láctico. El kéfir es otro producto dietético fermentado que, además de contener más cepas bacterianas probióticas, también contiene levaduras. Dos especies de levadura, Kluyveromyces lactis y Saccharomyces unisporu, aisladas del grano de kéfir, consiguieron inhibir el crecimiento de Salmonella durante un estudio in vitro [13].

Dicho esto, es importante mencionar que existen muchos subconjuntos diferentes de especies bacterianas (es decir, cepas bacterianas). Estas tienen mecanismos específicos para cada especie o cepa que difieren ligeramente entre sí. Los suplementos probióticos se presentan en diversas formas, como cápsulas, polvos, líquidos, etc., y abarcan una amplia gama de cepas y dosis. Con frecuencia, estos suplementos consisten en una mezcla de microorganismos vivos en lugar de cepas individuales. La eficacia de numerosos productos «probióticos» disponibles en el mercado sigue sin ser investigada científicamente, por lo que a las personas sin formación en estudios probióticos les resulta difícil reconocer qué productos están respaldados por pruebas científicas. Además, los probióticos aún no están regulados por la Food and Drug Administration (FDA) [14], lo que significa que las empresas no tienen que demostrar que los suplementos funcionan antes de venderlos.

Muchos investigadores reiteran la importancia de un microbioma intestinal sano. Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) asignaron el 7,5% (3.100 millones de dólares) de su presupuesto anual a la investigación gastrointestinal en 2020 [14]. En 2018, 40 millones de personas solo en los EE. UU., se vieron afectadas con enfermedades gastrointestinales, lo que generó gastos en atención médica por un total de 119,6 mil millones de dólares [15]. Curiosamente, se ha informado de un aumento sorprendente de los trastornos gastrointestinales debido a la pandemia de COVID-19. Mientras que algunos estudios muestran una correlación directa entre la infección por COVID-19 y la salud intestinal [16], otros investigadores afirman que los periodos de cuarentena y estrés son el origen de este aumento [17, 18]. Debido al aumento de los trastornos gastrointestinales y a una mejor comprensión de la importancia que nuestras bacterias intestinales desempeñan en nuestra salud, la investigación sobre los probióticos ha prosperado en las últimas décadas.

Una parte importante de nuestros conocimientos sobre los mecanismos de los probióticos procede de investigaciones realizadas con animales (in vivo) o con montajes experimentales artificiales (modelos in vitro y ex vivo) [19]. Por lo tanto, muchos de los casos de éxito se basan en el funcionamiento de los probióticos en roedores o en células en una placa de Petri. Como ocurre con cualquier estudio que utilice modelos animales, es posible que los resultados no sean totalmente trasladables a la situación humana. También hay que tener en cuenta que los beneficios de los probióticos pueden disminuir una vez que se interrumpe su consumo. Para las personas que sufren una disbiosis inherente en su microbioma, los efectos positivos podrían ser sólo transitorios [20]. Por último, aún no se ha establecido un método estandarizado para estudiar los probióticos, lo que dificulta la comparación de los resultados de diferentes estudios [21, 22].

Sin embargo, hay muchos estudios en este campo que han demostrado los efectos positivos de los probióticos. Un gran metaanálisis de estudios agrupados ha llevado a los investigadores a la conclusión de que el uso de probióticos es seguro en la mayoría de los casos y puede ser beneficioso para ciertas dolencias como la diarrea asociada a antibióticos, el síndrome del intestino irritable y las infecciones intestinales relacionadas con bacterias [23]. Sin embargo, las pruebas disponibles para, por ejemplo, la enfermedad de Crohn o la diarrea del viajero, son escasas en cuanto a su eficacia [23, 24]. Del mismo modo, los efectos beneficiosos también son cuestionables para las personas sanas, que ya albergan una microbiota intestinal armonizada y no necesitarían el apoyo adicional que ofrecen los probióticos

Como la microbiota intestinal humana es compleja y muy individualizada, lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra. Por lo tanto, es importante tener en cuenta que los probióticos no son una panacea para todos los problemas de salud. Por último, el consumo excesivo o inadecuado de probióticos puede tener consecuencias negativas, como infecciones, producción de compuestos nocivos por parte de los microorganismos y transferencia de genes de resistencia a los antibióticos de los microorganismos probióticos a otros microbios del intestino [25]. Así pues, el uso de probióticos debe basarse en las necesidades individuales y bajo la orientación de profesionales sanitarios.

Referencias:

 

  1. ‘Obesity and the Western Diet: How We Got Here – PubMed’. Accessed: Sep. 23, 2023. [Online]. Available: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33311784/
  2.  J. A. Gilbert, M. J. Blaser, J. G. Caporaso, J. K. Jansson, S. V. Lynch, and R. Knight, ‘Current understanding of the human microbiome’, Nat Med, vol. 24, no. 4, p. 392, Apr. 2018, doi: 10.1038/NM.4517.
  3. ‘Probiotics – Health Professional Fact Sheet’. Accessed: Sep. 23, 2023. [Online]. Available: https://ods.od.nih.gov/factsheets/Probiotics-HealthProfessional/
  4. T. Sen et al., ‘Diet-driven microbiota dysbiosis is associated with vagal remodeling and obesity’, Physiol Behav, vol. 173, pp. 305–317, May 2017, doi: 10.1016/J.PHYSBEH.2017.02.027.
  5. K. Brown, D. DeCoffe, E. Molcan, and D. L. Gibson, ‘Diet-induced dysbiosis of the intestinal microbiota and the effects on immunity and disease.’, Nutrients, vol. 4, no. 8, pp. 1095–119, 2012, doi: 10.3390/nu4081095.
  6. M. K. Zinöcker and I. A. Lindseth, ‘The Western Diet-Microbiome-Host Interaction and Its Role in Metabolic Disease’, Nutrients, vol. 10, no. 3, Mar. 2018, doi: 10.3390/NU10030365.
  7. V. J. Clemente-Suárez, A. I. Beltrán-Velasco, L. Redondo-Flórez, A. Martín-Rodríguez, and J. F. Tornero-Aguilera, ‘Global Impacts of Western Diet and Its Effects on Metabolism and Health: A Narrative Review’, Nutrients, vol. 15, no. 12, p. 2749, Jun. 2023, doi: 10.3390/NU15122749.
  8. K. Makki, E. C. Deehan, J. Walter, and F. Bäckhed, ‘The Impact of Dietary Fiber on Gut Microbiota in Host Health and Disease’, Cell Host Microbe, vol. 23, no. 6, pp. 705–715, Jun. 2018, doi: 10.1016/j.chom.2018.05.012.
  9. M. MCW, T. H, C. C, and T.-H. VH, ‘Dietary Fiber, Gut Microbiota, and Metabolic Regulation-Current Status in Human Randomized Trials’, Nutrients, vol. 12, no. 3, Mar. 2020, doi: 10.3390/NU12030859.
  10. G. R. Gibson et al., ‘Expert consensus document: The International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics (ISAPP) consensus statement on the definition and scope of prebiotics’, 2017, doi: 10.1038/nrgastro.2017.75.
  11. J. Tan, C. McKenzie, M. Potamitis, A. N. Thorburn, C. R. Mackay, and L. Macia, ‘The role of short-chain fatty acids in health and disease’, Adv Immunol, vol. 121, pp. 91–119, 2014, doi: 10.1016/B978-0-12-800100-4.00003-9.
  12. M. E. S. M. Net et al., ‘The International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics consensus statement on the scope and appropriate use of the term probiotic’, Nat. Rev. Gastroenterol. Hepatol, vol. 11, pp. 506–514, 2014, doi: 10.1038/nrgastro.2014.66.
  13. A. M. Gut, T. Vasiljevic, T. Yeager, and O. N. Donkor, ‘Anti-salmonella properties of kefir yeast isolates : An in vitro screening for potential infection control’, Saudi J Biol Sci, vol. 29, no. 1, pp. 550–563, Jan. 2022, doi: 10.1016/J.SJBS.2021.09.025.
  14. M. E. Sanders et al., ‘Probiotic use in at-risk populations’, J Am Pharm Assoc (2003), vol. 56, no. 6, pp. 680–686, Nov. 2016, doi: 10.1016/J.JAPH.2016.07.001.
  15. A. F. Peery et al., ‘Burden and Cost of Gastrointestinal, Liver, and Pancreatic Diseases in the United States: Update 2021’, Gastroenterology, vol. 162, no. 2, pp. 621–644, Feb. 2022, doi: 10.1053/J.GASTRO.2021.10.017.
  16. S. Parasa et al., ‘Prevalence of Gastrointestinal Symptoms and Fecal Viral Shedding in Patients With Coronavirus Disease 2019: A Systematic Review and Meta-analysis’, JAMA Netw Open, vol. 3, no. 6, Jun. 2020, doi: 10.1001/JAMANETWORKOPEN.2020.11335.
  17. G. Oliviero et al., ‘Impact of COVID-19 lockdown on symptoms in patients with functional gastrointestinal disorders: Relationship with anxiety and perceived stress’, Neurogastroenterology and Motility, vol. 33, no. 5, May 2021, doi: 10.1111/nmo.14092.
  18. R. Nakov, D. Dimitrova-Yurukova, V. Snegarova, V. Nakov, M. Fox, and H. Heinrich, ‘Increased prevalence of gastrointestinal symptoms and disorders of gut-brain interaction during the COVID-19 pandemic: An internet-based survey’, Neurogastroenterology and motility, vol. 34, no. 2, Feb. 2022, doi: 10.1111/NMO.14197.
  19. M. E. Sanders, D. J. Merenstein, G. Reid, G. R. Gibson, and R. A. Rastall, ‘Probiotics and prebiotics in intestinal health and disease: from biology to the clinic’, Nat Rev Gastroenterol Hepatol, vol. 16, no. 10, pp. 605–616, Oct. 2019, doi: 10.1038/S41575-019-0173-3.
  20. S. Khalesi, N. Bellissimo, C. Vandelanotte, S. Williams, D. Stanley, and C. Irwin, ‘A review of probiotic supplementation in healthy adults: helpful or hype?’, Eur J Clin Nutr, vol. 73, no. 1, pp. 24–37, Jan. 2019, doi: 10.1038/S41430-018-0135-9.
  21. ‘Probiotics and health: understanding probiotic trials – PubMed’. Accessed: Sep. 13, 2023. [Online]. Available: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31295241/
  22. A. L. Shane et al., ‘Guide to designing, conducting, publishing and communicating results of clinical studies involving probiotic applications in human participants’, Gut Microbes, vol. 1, no. 4, p. 243, 2010, doi: 10.4161/GMIC.1.4.12707.
  23. M. L. Ritchie and T. N. Romanuk, ‘A meta-analysis of probiotic efficacy for gastrointestinal diseases’, PLoS One, vol. 7, no. 4, Apr. 2012, doi: 10.1371/JOURNAL.PONE.0034938.
  24. B. N. Limketkai, A. K. Akobeng, M. Gordon, and A. A. Adepoju, ‘Probiotics for induction of remission in Crohn’s disease’, Cochrane Database Syst Rev, vol. 7, no. 7, Jul. 2020, doi: 10.1002/14651858.CD006634.PUB3.
  25. ‘Probiotics: What You Need To Know | NCCIH’. Accessed: Sep. 23, 2023. [Online]. Available: https://www.nccih.nih.gov/health/probiotics-what-you-need-to-know#